domingo, 27 de septiembre de 2015

Soy cursi y ¿que?


Soy cursi y ¿qué?

Lo trivial y lo real



Resulta que durante el mes de septiembre en mi iglesia, estamos celebrando el mes de la familia y parte de las prédicas, han sido dirigidas a la dinámica de los esposos... esto como siempre, inyecta mi mente creativa.


Tras escuchar y evaluar los roles de los esposos y las esposas, traté de hacer un ejercicio hipotético de cómo sería yo de esposa y el resultado me indicó, que sin lugar a dudas, soy una cursi empedernida. 






Antes de llegar a mi matrimonio hipótetico, les contaré algunas de mis historias amorosas (o mis tragicomedias de vida).   Puedo definir mi primer "Puppy Love" a eso de los 12 añitos. Fui a quedarme a casa de unos tíos y conocí a este muchachito que me robó el corazón. Cuando regresé a mi casa, estaba destruída porque no lo vería (dado a que no existía el celular ni las redes sociales). Cuando me bañaba, lloraba intensamente, mientras me imaginaba ser la protagonista de un video clip de una canción que decía:"si ella supiera que aunque no le digo nada, sueña mi alma y crea un mundo en su mirada. Si ella supiera que yo tiemblo si la rozo y si me mira en un momento me sonrojo"  Y que conste, que en todo este drama vivido, jamás nos dimos ni un piquito.

Cuando vean este video clip, imagínense (al igual que yo lo hacía), que la chica del video, era yo :D.



Uno o dos años más tarde, recuerdo que un chico me confesó que yo le gustaba, a través de una tarjetita...aww! que lindo. Ese fue el primer vestigio de que sería una chica cursi.  A pesar de que el chico no me gustaba gran cosa, el solo hecho de haberme dado esa tarjeta, hizo despertar en mi, cierto interés y aunque el asunto no transcendió, fueron muchos los años que guardé esa tarjetita entre mis objetos preciados.

Una postal nunca pasa de moda.

El tiempo me ayudó a recuperarme de ese amor truncado y años mas tarde, entre el coqueteo y el "flirteo" habitual de la adolescencia, llegó a mi vida el amor de juventud. Sin dar mayores detalles (que muchos de mis amistades conocen), les cuento que estuvo repleto de todas las cursilerías posibles: cartas, poemas, canciones, amor, tragedias, lágrimas, llamadas, regalos, planes, largas conversaciones y por supuesto, ya a los 16 años, estaba lista para el primer ♥ ¡Cómo olvidar! Ese evento duró solo un par de segundos, pero en mi mente duró horas y horas. Esa noche, recuerdo como hoy, que me tendí sobre la cama y no importando si mis ojos se abrían o se cerraban, yo seguía viendo la misma escena una y otra vez. 


Pasando varias páginas de amores fugaces en mi vida, una vez más crecidita, conocí a un viejito que me robó el corazón. Fue raro, porque sabía que no me casaría con él, pero tenía un no se qué, con un que se yo, que me encantaba. Recuerdo un día que andaba en el carro con mi amiga Milka y le digo que pase lentamente por la gasolinería donde el viejito solía lavar su carro.  Le digo a Milka:"vamos a pasar por ahí, pero si lo vemos, disimula".  El plan estaba trazado, pero algo no salió bien.  Cuando pasamos por la gasolinería y vi al viejito lavando su carro, sentí un impulso y casi me salí por la ventana, vociferando a viva voz: "Juniooooooooooooooorrrr".  El chico me miró y me saludó con galantería y entusiasmo y cuando incorporo la mitad de mi cuerpo dentro del carro, me enfrento con los enormes ojos de mi amiga, quien se moría de la risa recordándome que fui yo la que solicitó discreción y disimulo. Créanme, que al sol de hoy, ella lo recuerda y se ríe como el primer día.  'Dito pero entiéndanme, los amores de juventud son una cosa seria... uno se pone como la canción de Shakira: "bruta, ciega, sorda, muda, torpe, terca, testadura..."

A lo largo de mi "corta" vida, llegué a tener una caja con todos mis recuerdos amorosos... cartas, postales, peluches, notitas, fotografías y todos tipo de  chulerías que me recordaban momentos importantes de mi vida. Un buen día (y debido a tantas mudanzas que he tenido), decidí alivianar mi equipaje y deshacerme de todo. Aunque me dio nostalgia,no me arrepiento. Las mejores historias, las llego guardadas en mi corazón.

Soy moderna en muchas cosas: profesional, independiente, capaz, emprendodra, teconológica, trabajadora, entre otras cualidades, pero en asuntos del amor, creo que soy chapada a la antigua ( o vi muchas novelas mexicanas cuando era pequeña).  Y es que la galantería y los detalles, conquistan mi corazón.  Un pequeña lista de las culsilerías "cliché"* que más me gustan, son:

[*cliché - Idea o expresión demasiado repetida.]

Cursilería-Cliché #1: 

Flores y peluches en el día del amor.

Cursilería-Cliché #2: 

Que me abran la puerta del carro para entrar.

Cursilería-Cliché #3: 

Que me acomoden la silla antes de comer.



Cursilería-Cliché #4: 

Que nos vistamos iguales.


Cursilería-Cliché #5: 

Que me pregunte si quiero ser su novia (y no tener que enterarme, cuando me presente con un "pana" suyo.


Sí, si lo sé, soy una chica fresita, como dicen los mexicanos, pero ¿qué puedo hacer?, si tengo a Corín Tellado (www.corintellado.com) corriendo por mis venas. 


Volviendo a mi situación matrimonial hipotética, me imagino que seré una excelente mujer virtuosa (Como la define Proverbios 31); me imagino disfrutando de las pequeñas y cotidianas cosas de familia. Me imagino confeccionando una rica cena para mi familia, con un lindo delantal blanco, amarrado a mi pequeña cintura (sí, porque me imagino flaca y que?? estamos hablando de mi imaginación y ahí todo es posible). Me imagino haciendo las tareas del hogar, para que mi familia se sienta cómoda, satisfecha y segura. Me imagino formando a mi linda familia con perrito incluido, forjados en el amor y temor del Señor  y  hasta pudiera decir, que me imagino sentada frente a la chimenea, pero como no me pienso mudar de Puerto Rico, pues aniquilé esa parte de mi imaginación.


En mi corazón hay mucho que dar pero Dios sabe todas las cosas. Tú, que tienes tu familia, valórala, ámala y cuídala, porque todo lo demás viene y va, pero la familia es el modelo que Dios estableció en la Tierra para que cada ser humano se desarrolle exitósamente. Dale el lugar y el tiempo que merecen y no menosprecies ese regalo tan grande que Dios te ha dado. Nada, pero nada en esta tierra, puede estar como prioridad en tu vida, que no sea Dios y la familia.
Como dice la Biblia: "Hasta que la muerte los separe"



En conclusión, soy una cursi empedernida. No busco un príncipe azul, de esos que besas y te casas sin conocer. Busco un caballito de mar, de esos que entrelazan sus colitas con su hembra y viajan y danzan juntos por el resto de sus vidas.



¡Que viva el amor! ¡Que viva la familia!


Proverbios 31:10-31


Elogio de la mujer virtuosa

10 Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?
    Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.
11 El corazón de su marido está en ella confiado,
Y no carecerá de ganancias.
12 Le da ella bien y no mal
Todos los días de su vida.
13 Busca lana y lino,
Y con voluntad trabaja con sus manos.
14 Es como nave de mercader;
Trae su pan de lejos.
15 Se levanta aun de noche
Y da comida a su familia
Y ración a sus criadas.
16 Considera la heredad, y la compra,
Y planta viña del fruto de sus manos.
17 Ciñe de fuerza sus lomos,
Y esfuerza sus brazos.
18 Ve que van bien sus negocios;
Su lámpara no se apaga de noche.
19 Aplica su mano al huso,
Y sus manos a la rueca.
20 Alarga su mano al pobre,
Y extiende sus manos al menesteroso.
21 No tiene temor de la nieve por su familia,
Porque toda su familia está vestida de ropas dobles.
22 Ella se hace tapices;
De lino fino y púrpura es su vestido.
23 Su marido es conocido en las puertas,
Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.
24 Hace telas, y vende,
Y da cintas al mercader.
25 Fuerza y honor son su vestidura;
Y se ríe de lo por venir.
26 Abre su boca con sabiduría,
Y la ley de clemencia está en su lengua.
27 Considera los caminos de su casa,
Y no come el pan de balde.
28 Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada;
Y su marido también la alaba:
29 Muchas mujeres hicieron el bien;
Mas tú sobrepasas a todas.
30 Engañosa es la gracia, y vana la hermosura;
La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.
31 Dadle del fruto de sus manos,
Y alábenla en las puertas sus hecho









miércoles, 2 de septiembre de 2015

Sonríe que es de gratis

     Hace unos días, pasé por el servi-carro de un famoso restaurant de comida rápida.  La cajera extiende su mano fuera de la ventanilla para entregarme la comida. Acto seguido, realizó un veloz acto de esconder su mano y cerrar la ventanilla.  De forma inmediata, toqué la ventanilla para pedir sal y ketchup... la cajera "no me vio". Luego, se acercó otra cajera para servir un mantecado (ya que la máquina quedaba justo al lado de la ventanilla) y aunque le toqué el cristal, tampoco "me vio".  Así transcurrieron algunos minutos, los cuales en mi mente parecían horas, en los cuales yo hacía morisquetas, saludaba, lanzaba fuegos artificiales, luces de bengala, le limpié las ventanillas con "windex"... en fin, hice todo lo posible por llamar su atención, pero todos mis intentos fueron infructuosos.  Cuando era el momento de entregar la comida al próximo cliente, sin que le quedara más remedio, la cajera al fin abre la ventanilla (lo cual para mí fue como que se me abrieron las ventanas de los cielos), y me mira con una única cara y solo dice: "¿ajá?".  Demás está decir que cuando le agradezco por darme la sal y el ketchup, no me dijo nada.  Talvéz si le hubiera dicho una grosería, se hubiera dignado en hablarme, aunque fuera para responderme la grosería.
     En un mundo tan consumidor como en el que nos ha tocado vivir, nadie se salva de interactuar  en la dinámica de servicio al cliente... ya sea como vendedores o como clientes.  Lo triste es que algunas personas llegan a trabajar en este tipo de negocio, porque no tienen otra alternativa y es ahí cuando vienen los problemas. 
    Otro día fui con mi mamá a una tienda de ropa en el famoso Río Piedras.  La tienda tenía en vitrina una prenda exacta a la que estaba buscando para mi sobrina.  Al entrar a la tienda, observo que era larga y estrecha, como un pasillo con ropa colgada por todas partes.  Solo había un hombre descansando sus brazos sobre los "racks" de ropa, con su mirada al vacío.  Nadie nos saludó (aunque eramos las únicas clientes). Le pregunto al muchacho: "¿usted trabaja aquí?". El chico me responde afirmativamente (pero no se dignó en mirarme) y cuando le pregunto por la prenda de ropa en particular, me hace señas con la mano hacia la caja registradora (pero ni me miró a mi, ni tampoco miró a donde me señalaba).  Cuando fui a la caja registradora, las prendas de ropa quedaban dentro del "counter".  Yo entré, busqué la ropa y ya que el vendedor ni siquiera nos miraba, comencé a bailar y hacía gestos como si estuviera cobrando en la caja registradora y mi mamá, quien se había quedado del otro lado del mostrador, se moría de la risa.  Cuando me cansé de jugar a ser cajera, le grité al vendedor: "¡Voy a pagaaar!".  Entonces, el vendedor abandonó su postura de gárgola de piedra y me cobró.  

       Cuando salí de la tienda me preguntaba: "¿sabrán los dueños que la persona que tienen en su tienda no le interesa en lo absoluto realizar alguna venta?" o talvéz, "¿será él mismo el dueño?".
 También me ha sucedido en múltiples ocasiones, que cuando voy a pagar en alguna tienda, las cajeras están más interesadas en la conversación entre ellas, que en atender al cliente. Así es que te enteras de quién cerró la tienda en la noche anterior, quién se reportó enfermo y subió una foto en la playa y de lo ineptos que son los gerentes en turno.

    ¿Cuándo entenderemos que cuando tenemos un trabajo, somos la cara de la compañía?  El tiempo que prestamos a cambio de dinero, es un compromiso por hacer un excelente trabajo.  No nos cuesta nada ser amables con los clientes, regalarles una sonrisa y hacer todo lo que está en nuestras manos para ayudarles.  Esa debería ser nuestra mayor motivación.  
    Seguramente, a todos nos ha pasado que nos han atendido de forma tan impersonal, mecánica y hasta hostil que quedamos frustrados.  Yo que soy tan sensible, me dan hasta ganas de llorar. Cuán frustrante es llegar a una oficina y que tengas que tomar un largo turno, sólo para preguntar dónde está el baño. A veces, se vuelven tan intransigentes que uno se siente cosificado (que te sientes cosa y no persona).

     Yo sé que los clientes también se las traen, pero les puedo garantizar que cuando ayudamos a nuestros clientes, les damos la mejor sonrisa y agotamos todos los recursos por ayudarlos, provoca en nosotros una de las sensaciones más hermosas de la vida.  Como directora escolar, he tenido la oportunidad de escuchar a padres preocupados y aunque me las he tenido que ingeniar para buscar soluciones creativas, es una gran bendición ver sus rostros de agradecimiento. 



     Si por casualidad, hay alguien que no valora todo el esfuerzo que hago por ayudarles y actúan con una actitud como si todo se lo merecieran, no pasa nada... los sigo tratando igual.  He aprendido, através de la Palabra de Dios que: 

"Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres..."
 [Colosenses 3:23].  

     Solo así entenderemos que ser amable, cortés, considerado y servicial, no es una opción, sino nuestra obligación... Una obligación que se hace con orgullo y dignidad, sabiendo que somos los representantes de Dios sobre la Tierra.  De esto se trata, cuando Jesús dijo que el Reino de Dios se ha acercado y en este reino, no hay lugar para groserías, malas actitudes, humillaciones, altanerías ni prepotencias. Además, el segundo mandamiento dice: 

"Amarás (considerarás, tratarás, cuidarás, etc.) a tu prójimo, como a tí mismo".
[Mateo 22:39].


     Además de desahogarme, mi intención con este escrito es que podamos reflexionar sobre nuestros tratos y relaciones con otros.  No permitamos que el sistema nos absorba... Hagamos la diferencia y cambiemos positivamente el clima organizacional de nuestra institución. Les aseguro que la semilla de amabilidad que usted siembre, tendrá excelentes frutos. 

¡Haz la diferencia!