Hace unos días visité New York y aunque no era la primera vez, la madurez de los años, me hace analizar la experiencia desde una perspectiva distinta. New York es un lugar icónico, protagonista de historias reales, de sueños de libertad, de películas y series que ya son parte de nuestra historia; un lugar atractivo e interesante, con climas variados que sirven de inspiración para canciones, pinturas, esculturas, música y toda clase de expresión artística.
Haber nacido y vivido en una pequeña isla y enfretarme a una ciudad como NY, es un contraste de la vida como el blanco y el negro. Montada en trenes conglomerados, miraba los rostros de las personas y pensaba en que era la primera y última vez en que los vería. Veía sus facciones, enmarcadas en su bagaje cultural y sin decir una palabra, cada persona cargaba un diálogo, una historia que contar.
Viajando en los trenes es vivir en un silencio ruidoso. Sus rostros ya cuentan una historia. Los colores de sus pieles y los rasgos de sus ojos, me daban pistas de quienes eran. Me preguntaba a dónde se dirigían o de dónde venían. ¿A qué se dedicaban? ¿Cómo vivían? ¿Qué los hizo salir de sus países nativos? ¿Habrán encontrado en NY lo que buscaban? ¿Serían inmigrantes de primera generación o fueron sus padres los que emigraron?
Mujeres vendiendo dulces de vagón en vagón, cargando a sus pequeños en la espalda, un hombre predicando a Cristo pero todos lo ignoraban, una mujer discutiendo por algún motivo que nunca sabré, algunos dormitaban y yo me preocuba de que perderían su parada...
En los autobuses, la historia es similar. Una vez las puertas se abren, parece que el bus vomita y traga gente... todo en cuestion de segundos. No existe espacio personal. De repente te ves apretado entre personas que no conoces. Hombro con hombro, no hay remedio. Una situación incómoda, a la cual te vas acostumbrando con rapidez.
Y de repente, te encuentra sumergido en una conversación ajena entre dos personas allí presentes o bien, te haces experto en imaginar el otro lado del diálogo que se da por teléfono. No hay mucho que hacer allí, entonces te quedas absorto en tema de un desconocido... ella tendría cincuenta y tanto de años, pero sonreía como una quinceañera, sonrojada, mientras contaba por teléfono de su nuevo pretendiente. ¡Ya le puso sortija! Ella lo tiene loco y no habría "chaca chaca" hasta que no la llevara al altar. Sin saber qué le respondían del otro lado y sumergida en la romántica historia, llegó mi parada y ya ni me acordaba de lo incómoda que estaba en el tren. Así fue como me quedé con varias historias inconclusas que terminaré olvidando de aquí a algún tiempo.
Más de 8 millones de personas aglutinadas en la gran manzana. Muchos de ellos reducidos a trabajar, comer y dormir. Envueltos en ciclos recursivos que se distancian de una vida plena, buscando una vida mejor. ¿Vivir para trabajar? o ¿trabajar para vivir?
Visitando algunos de los lugares más concurridos de NY, en una temporada como la Navidad, pude entender mejor que la soledad no es ausencia de personas. Tantos lugares llenos de personas pero no están conectadas una con la otra. La multitud no es igual al acompañamiento ni mucho menos, a la unidad. Cada uno va trazando su propio rumbo y solo son estelas que se cruzan en el plano cartesiano de la vida.
Recordaba en esos días, un fragmento de la novela puertorriqueña "La Carreta" de René Marquéz. En el tercer acto, uno de los personajes decía que las personas en New York eran un montón de higüeras vacías.
Pero algo lindo aprendí... recibes una ayuda de quien menos te lo esperas. Bajando y subiendo las escaleras de los "subways", resulta super tedioso cuando andas con un coche y una niña que no quiere caminar. Fueron muchas las veces, que de forma inesperada, recibí ayuda de diferentes personas para subir o bajar el coche, o para abrirme la puerta; en alguna ocasión, me cedieron el asiento al ver que andaba con una niña pequeña... en medio de la prisa y del afán, estos pequeños gestos me hacían sonreír y llenarme de gratitud.
New York, la gran manzana... un lugar en el que encuentras de todo. Unos días que me hicieron valorar el calor humano, la unidad que se forja en el amor y que trasciende distancias. Un viaje que me recordó que la cantidad no determina la calidad y me ayudó valorar el privilegio de nacer y vivir en una isla que me permite trabajar, descansar, disfrutar y estar rodeada de mi familia y amigos cercanos. Un país que no me limita dar la vuelta al mundo y siempre regresar a casa. Admiro la valentía de los que se van y viven con la nostalgia de los que dejan atrás. Agradezco que mis hijos crezcan con sus abuelos, tíos y primos. Disfruto que cada fin de semana, tengamos un espacio de conexión con los que queremos y que dentro de todas las situaciónes que enfrenta nuestra isla, quedemos unos 3 millores de habitantes que escojamos quedarnos aquí, sirviendo a nuestra isla, disfrutando su belleza y sobre todo, en unidad con aquellos que sirven de andamiaje en nuestra vida y nos sostienen en momentos difíciles.
Ojalá y todos encontremos la felicidad donde quiera que decidamos estar... y si estamos donde Dios nos envía, ahí seremos felices.
| Agradezco a mi amiga Yiraidy, quien me invitó a pasar unos días en su casa. ¡Qué bien la pasamos! |


Mi Amada Gina,tu lectura me transportó me hizo sonreír,y también llorar,pues me recordó las mismas vivencias,cuando estuve ahi,lugar de historias,de sueños,de esperanzas,de un mejor futuro.Pude apreciar la bondad,de su gente,aunque no de todos...
ResponderEliminarDisfruté de cada momento,de cada espacio lleno de multitud,de tu narración,de todo.
Sigue escribiendo...Lo haces muy bien,pues sale de tu corazón.
Abrazos y muchas BENDICIONES TQM
Gracias!!
EliminarWuaooo que hermoso como me trasporte cuando lo Leia me imaginaba en los lugares que decias y la verdad que somos bendecidos en pertenecer a esta hermosa isla PR love you 🤗
ResponderEliminarGracias!
EliminarEste blog me provocó tanto risas como lágrimas, me hizo viajar por todos los sentimientos según iban los párrafos y terminar en una profunda meditación.
ResponderEliminarGracias!!
EliminarCuan hermoso amada Gina! Sigue adelante!!!!
ResponderEliminarGracias!!
EliminarWow, que hermoso amada Gina. Muy cierto cuando Dios nos envía ahí seremos felices y más cuando nos regresa a nuestras raíces. Bendiciones! 😇😘
ResponderEliminarAmén, gracias!
EliminarAmen, ¡gracias por leer!
EliminarMe encanta que tu imaginaciòn no amilana con los años.
ResponderEliminarTe imagino curiosa como cuando éramos pequeñas. Y no lo pudiste haber descrito mejor.
Siempre que uno viaja, añora y valora más la bendiciòn de poder vivir en esta isla.
Asi es... ¡Gracias por leer!
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