jueves, 30 de junio de 2016

El Cuento casi casi casi casi ganador

"En todo lugar"

Favor de ver la Introducción a este "Post", a través de este breve video.




 Su cuerpo deshilachado nunca dejó de avanzar, aunque lo hacía lentamente.  El destello cristalino que divisó a la distancia, revitalizó todo su ser.  De pronto, su pesado peregrinaje se aligeraba mientras corrió al manantial, con la esperanza de refrescar su alma.  
Al llegar allí, Lureca se detuvo y de repente quedó absorta al no reconocer su propia imagen. 
Estuvo tan ofuscada en su camino, que incluso olvidó su propio parecer. Era ella, pero incompleta; había perdido partes de su cuerpo o más bien, las había entregado. Al contemplar sus piernas, recordó cómo desgastó sus rodillas en súplicas por aquellos niños que nacieron sin ser deseados. 
Su vientre deformado, evidenciaba el momento en que gestó en su interior a niños sin madres.  Solo así pudo amarlos como a sus propios hijos, los que la Sra. Biología le negó. 

Dio tanto y tanto que cuando sus manos quedaron vacías, se despojó de una de ellas para que no les faltara su calor. Y por último, al contemplar su reflejo, observó su corazón débil e incompleto.  A penas bombeaba sangre, trabajando lo necesario para mantenerla viva. 
Su entrega fue tan absoluta, que entendió  que su corazón no era un órgano, sino la puerta de un cofre de infinita y valiosa capacidad.  
Entristecida, se preguntó a sí misma si todo habría valido la pena. Lureca sacudió su cabeza y olvidando todo, se sumergió en el divino manantial,

sin imaginar que al emerger estaría posicionada en la cúspide de una montaña.  Desde allí observó el valle recorrido y en medio del bullicio de la ciudad, vio cómo contrastaban pequeños espacios de quietud y benevolencia. 


Eran pequeños altares en donde había sacrificado cada parte de su ser.  Fue entonces cuando comprendió que no estaba incompleta, solo que su yo, estaba en cada lugar, en cada entrega, en cada recorrido.  Su semblante resplandeció y elevando sus ojos al horizonte, sonrío tímidamente y escuchó a su corazón responderle: “Lureca, sí, valió la pena”.

*Fin*

Dicen por ahí, que lo importante no es ganar, sino participar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario